Hola mis estimados amigos lectores que nos acompañan una semana más, espero que hayan disfrutado de este bien merecido puente revolucionario y que sigan gozando de salud, amor y unidad familiar.
Hoy les voy a hablar sobre un tema fascinante de la revolución, y que tiene que ver con las mujeres de esa época.
“LAS SOLDADERAS”
Julio Guerrero en su libro “La génesis del crimen en México”, aporta una caracterización de las soldaderas decimonónicas.
"Estas mujeres durante el día no tienen más hogar que la calle; y la cuadra del cuartel en la noche. Sentadas en la banqueta, con el perro á sus pies, y el muchacho recostado contra el canasto, forman frente á los cuarteles, grupos que ocupan media calle; acompañan al marido ó amacio en sus marchas militares, llevando á cuestas al niño de brazos, al canasto lleno con ropa y los trastos de guisar. La mayor parte son concubinas de los soldados pero fieles, y jamás tienen dos amacios á la vez. Son celosas y valientes, habiendo, muchas veces, saqueado las poblaciones pequeñas; pues se encargan de procurar alimentos á la tropa; y los consiguen por la fuerza, cuando los rehúsan los dueños de tiendas, corrales ó rancherías".
Las imágenes de las soldaderas que conocemos son producto de la Revolución.
Han sido plasmadas sus vivencias, luchas y victorias en los famosos corridos, los archivos fotográficos guardan esas escenas cotidianas de esa época en los campamentos, con las tropas, en grupos y en la lucha, las vemos en fotos blanco y negro portando carabinas y cananas.
Inmortalizadas en murales y novelas de la época. Sobre todo las hazañas de coronelas y generalas que tuvieron mando de tropa. La gran mayoría de mujeres campesinas se incorporaron a los distintos ejércitos en función de su lugar de origen, durante los conflictos armados que vivió el país a lo largo del siglo XIX, a la mujer del campo, compañera del soldado federal, llamada "soldadera" acompañando al padre, al esposo hijo o hermano, por su voluntad propia o bajo el viejo sistema de las casacas o el orden de levas.
Incorporadas las soldaderas en los distintos grupos revolucionarios, participaron de muy diversas maneras.
Encargadas de las tareas domésticas, como siempre, pero en tiempos de guerra en medio de condiciones adversas, emigrando de un lugar a otro, pernoctando en campamentos improvisados, a la intemperie siempre se ocuparon no sólo de alimentar a la tropa, lavar la ropa y cuidar a los hijos, sino también de atender y curar a los heridos, servir de correos y de espías en los pueblos, abastecer de armas y municiones y algo muy primordial en esa aguerrida tarea, fungieron de amantes y brindaron compañía sexual a sus hombres.
El rapto y la violación fueron actos de agresión que las mujeres padecieron en ese periodo de ilegalidad y en nombre de las distintas facciones.
Los prostíbulos representaron para muchas mujeres pobres y abandonadas una forma de sobrevivencia; para otras quizá, la posibilidad de encauzar una sexualidad reprimida, que hasta entonces había imperado como norma socialmente aceptada.
Diversos relatos hablan de esos abusos sexuales. Una de ellas relata sus vivencias:
"Las mujeres de Francisco Villa tenían mucho corazón y valor, eran espías en los campamentos federales, se hacían pasar como vendedoras, la tropa las llamaba "Marías", ellas se establecían en las trincheras, con su armamento, participaron como combatientes en las batallas, algunas ocupando el lugar del marido muerto y heredando incluso un grado militar. Siempre supieron ganarse el respeto de sus subordinados, otras haciéndose pasar por hombres se mesclaban entre la tropa y algunas más en forma brutal implantaron justicia por su propia mano”.
"En el norte reina una total ilegalidad, en cualquier parte los hermanos se matan entre sí, en tanto que a las hermanas las reparten como botín”
"Una vez mi mamá me puso ropa de mi abuelita; mi abuelita ya había muerto, me puso unas enaguas y me sacaron a que fuera yo a moler nixtamal; y ¡que llegan los zapatistas aventando la puerta! ¿Qué querían? preguntó mi mamá a los zapatistas. Algo de comer.
Dice ella: “Pues, apenas está moliendo ella. Ahorita les hago unas memelas y vienen… ¡váyanse y den la vuelta!”
-Ya, pa' que te vayas p'alla, me dijo a mí. Si no, ¡capaz que te llevan!-
Yo tenía quince años.
"Se llevaron de aquí varias muchachas de soldaderas. Aquí de "La Fama"; se las llevaron a la fuerza. Pues ¡quién se iba con un calzonudo!.
"En el pueblo de Namiquipa, Villa lo sitió y ordenó matar a todos los hombres y las mujeres se las echó a la tropa... porque creía que eran enemigos de él, porque lo habían... Él decía que lo habían traicionado. También los Carrancistas en Rubio, se trajeron como unas catorce muchachas y hasta se querían traer mujeres casadas, y así".
Narraciones de mujeres zapatistas cuentan cómo fue su afiliación al ejército y describen su vida en los campamentos.
"Me fui porque quemaron Huitzilac, Cuando estalló la Revolución fue en 1910, al año como quien dice, sembramos nuestro granito de maíz, pero todo se quedó, trapos y ¡qué se entiende! todo se quedó ahí en la casa, todo... Entraron a quemar pero fue el gobierno, no los zapatistas, entró el gobierno. A los hombres se los llevaban lejos a guerrear y nosotras en el campamento. Pero nos dejaban un resguardo, por alguna cosa que hubiera.
Platica Tomasa García:
"A todas nos decían Adelita, pero la mera Adelita era de Ciudad Juárez... ella decía:
¡Órale! Éntrenle y el que tenga miedo que se quede a cocer frijoles... Éramos muchas: la Petra, la Soledá... y la mayoría sí servíamos para combatir".
"Las mujeres trabajaron como despachadoras de trenes, telegrafistas, enfermeras, farmacéuticas, empleadas de oficina, reporteras, editoras de periódicos, mujeres de negocios y maestras".
La participación de las mujeres en el ámbito político fue de vital importancia. Las Magonistas, como Juana Belén Gutiérrez y Dolores Jiménez y Muro, llevaron a cabo el movimiento para liberar a los presos políticos en 1911; las Maderistas Teresa Arteaga y Carmen Serdán formaron grupos anti reeleccionistas y difundieron los principios de la democracia.
Dolores Jiménez y Muro
Cómo olvidar el papel que desempeñaron Lucrecia Torriz, Isabel Díaz y Carmen Cruz en las huelgas de Cananea y Río Blanco.
Elisa Acuña, quién decidió luchar con su pluma promoviendo el movimiento antirreeleccionista desde las aulas y escribiendo en los periódicos.
En el movimiento que apoyó a Venustiano Carranza la presencia de la mujer también fue destacada. Ahí encontramos a una de las feministas más importantes en México entre los años 1915 y 1919; Hermila Galindo.
María González. Nació en Monterrey en 1881. Muy joven emigró a San Antonio, Texas, donde administró un hotel que sirvió de alojamiento a muchos revolucionarios, entre ellos a Francisco I. Madero.
Julia Nava de Ruisánchez. Maestra, nacida en 1883, en el municipio de Galeana. Fue una de las fundadoras del Club Femenil Anti reeleccionista "Hijas de Cuauhtémoc" Carolina, alias La Teniente.
Nació en Monterrey y a los 20 años escapó de casa para darse de alta en las fuerzas Carrancistas, acampadas en el municipio de Salinas Victoria. Después de las batallas, saqueaba las casas de las familias pudientes.
Murió a manos de los Huertistas, durante el primer ataque a Monterrey por las tropas revolucionarias en 1913. María Andrea Villarreal González.
Nació en Lampazos en 1881. Su labor fue criticar, por medio del periodismo, al régimen de Porfirio Díaz y al de Estados Unidos. Luchó, junto con el grupo de los Hermanos Flores Magón, en varias batallas en Coahuila y Nuevo León.
Me despido con un breve poema de mi inspiración, espero les agrade y merezca su atención. Un abrazo afectuoso, besos y bendiciones.
“YO SOY ESA QUE TE SUEÑA”
Yo soy esa que te sueña, niña mujer que transita tu universo. Mariposa cautiva en otoñales campos, que atrevida y juguetona, recoge hoja por hoja tus desencantos.
En la savia que fluye de tu corazón herido, ¡vida mía! me detengo. Yo soy quien te da la pureza de un albo amanecer día con día.
Con capullos de alhelí cubro tus penas y en florecer tus tinieblas me entretengo. Tu sol radiante soy, la flor de tu jardín, tu calma, tu lluvia matinal.
Alboradas de apasionante entrega, tardes de frenesí. Soy tú alfa y omega, tu Génesis, tu apocalipsis nocturnal. Soy tus cuatro caminos, Norte, Sur, Este y Oeste.
Yo soy tus cuatro estaciones, primavera, verano, otoño e invierno. Y te Guardo en mi otoñal desnudez corpórea, mientras aguardamos juntos el invierno.
¡Así aledaños! Recorreremos caminos descubriendo mundos imperfectos. ¡Dame tus manos! En ellas deposito mi vida…
Publicado en la edición 425 de fecha 24 noviembre de 2010
1 comentario:
Que interesante, y si es increible todas las barbaridades que ocurrieron, en el proceso de la "libertad".
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